El homicida de la calle Valderribas

El juez libera a un joven tras 84 días de prisión por un homicidio que no cometió
La policia ha detenido a otro sospechoso del crimende la calle de Valderribas
AMELIA CASTILLA - Madrid - 16/06/1984
El juzgado de Instrucción número 19 dictó ayer orden de libertad incondicional para M.A. de 21 años, que ha permanecido encarcelado en Carabanchel 84 días, acusado de ser el autor de la muerte del grabador de joyería Aurelio Muñoz, asesinado el 17 de marzo pasado en la calle de Valderribas por un desconocido que le robó el coche. La liberación de M.A. es consecuencia de la reciente detención de otro sospechoso del crimen, cuya identidad no ha sido facilitada por la policía a la autoridad judicial, aunque se sabe que se llama Florencio y, al parecer, tiene rasgos que guardan cierta semejanza con los M.A..
El juez había ordenado a la policía que siguiera la investigación sobre aspectos confusos, como la ausencia de huellas dactilares de M.A. en el automóvil donde huyó el homicida y la presencia de huellas de otra persona desconocida. El nuevo sospechoso se encuentra en los calabozos de los juzgados de la Plaza de Castilla y el juez dirige personalmente el trámite de reconocimiento por los testigos.La policía ha establecido ya, según ha explicado el juez al abogado de M.A., Jorge García de Oteiza, que una huella dactilar que se descubrió el el automóvil citado, un Renault 14 de color rojo, pertenece al nuevo detenido.

"Estaba en el cine"
Un portavoz de la Jefatura Superior de Policía manifestó ayer desconocer estos hechos. La policía no ha facilitado la menor información sobre el giro espectacular en el caso de la calle de Valderribas.
M.A. se declaró en todo momento inocente del crimen que le imputaba la policía y aportó el testimonio de dos amigos que afirmaron que estaban en su compañía en un cine de Vallecas a la hora en que mataron al joyero. Pese a ello, fue procesado por el homicidio de Aurelio Muñoz e intento de homicidio de un transeúnte que acudió a socorrer al primero. Ingresó en prisión el 24 de mar zo por decisión del titular del juz gado de Instrucción número 19.
La detención de M.A. se produjo cuatro días despues del crimen. A las 6 de la tarde del pasado 17 de marzo, sábado, Aurelio Muñoz, grabador de joyería, acompañado de su mujer y sus dos hijas de corta edad se en contraba junto a su automóvil en la conflucencia de las calles de Valderribas con Doctor Esquerdo cuando fue abordado por un joven que le encañonó con un revólver mientras le exigía dinero.
Un transeúnte acudió en ayuda de la víctima del atraco. Se produjo una discusión y el homicida dis paró dos veces. Uno de los proyectiles alcanzó a quemarropa en la cabeza a Aurelio Muñoz y le causó heridas mortales de necesidad. Su esposa y sus dos hijas presenciaron con ojos aterrorizados el crimen, cuyo autor fue un joven con la cara picada de viruelas. El homicida huyó en el autómovil de la víctima, que fue encontrado 24 horas después en la avenida de Aragón con las llaves puestas.
Unos 200 vecinos del barrio Los Pinos-Retiro Sur se manifestaron dos días después del suceso para protestar por la inseguridad ciudadana.
El comisario Velayos anunció en el curso de una conferencia de Prensa, celebrada en la Jefatura Superior de Policía días después del crimen, la detención de M.A. "que atribuyo" a "un golpe de suerte".

Un joven con la cara picada de viruela
Los inspectores del grupo tercero de la Brigada Regional de Policía Judicial y de las comisarías de Vallecas y de la Estrella habían encontrado a un mendigo que declaró haber visto en las inmediaciones de la calle de Valderribas, poco antes del suceso, a un joven con la cara picada de viruela, del que sólo sabía que vivía en Vallecas. Al presentarle en comisaría la foto de M.A. el mendigo aseguró que era la misma persona. Otros siete testigos, entre ellos los familiares del fallecido, reconocieron al mismo joven en una rueda de detenidos en la comisaría de la Estrella, según la versión oficial de la policía.
La madre y los seis hermanos de M.A. brindaron ayer con champán por su inmediata liberación. A lo largo de los últimos 80 días han sostenido que el joven era inocente y han vivido horas de amargura en las que no han faltado las amenazas telefónicas ni los gestos de desprecio. A última hora de la tarde de ayer, la madre y los seis hermanos de M.A. pudieron abrazarle a su salida de la prisión de Carabanchel, tras haber sido puesto en libertad.


El magistrado caviló sobre las huellas
JAVIER VALENZUELA - Madrid - 16/06/1984
Poco después de la detención de M.A., un periodista escribió en un diario madrileño ya desaparecido que al joven le perdió la viruela que desde niño marca su cara. Ese detalle flisico y la anchura de su boca, nariz y cejas hacen que M.A. no sea un joven agraciado. De él, alguien relacionado con el proceso de investigación se permitió afirmar que "tiene cara de sospechoso", ese rostro de perpetuo enfado que lucen los retratados, a su pesar, en el fotomatón de la policía. El joven ha estado privado de libertad casi tres meses porque siete personas han sostenido ante la policía y el juez que era el que disparó en la calle de Valderribas. Los testigos fueron llamados a la comisaría de la Estrella. Allí les enseñaron una única foto de reseña policial, la de M.A., tomada en una nimia detención anterior. A los testigos les preguntaron "¿es éste?" y todos respondieron que sí, algunos con dudas. Más tarde, M.A., ya detenido, les fue mostrado en persona. Según su abogado, junto a un policía y otro detenido, ninguno de los cuales se le parecía demasiado. Todos reconocieron al mismo joven de la fotografía.
Pruebas materiales,-o sea, armas, objetos robados, huellas, cabellos, sangre o cualquier otra cosa que no fuera un testimonio personal, nunca hubo. Los minuciosos análisis de laboratorio policial no encontraron huellas dactilares del detenido en el coche en el que había huido el homicida, aunque sí las del difunto y las de un desconocido, que la policía calificó en un informe de "anónimas". Tampoco apareció en poder de M.A. el revólver del crimen u objeto alguno que fuera propiedad de Aurelio Muñoz. Nadie reconoció tampoco como del joven una bufanda que usó el homicida.
Los antecedentes policiales de M.A., que trabajaba antes de ser detenido como mensajero, se limitaban a un arresto policial, hacía tres años, por tenencia de hachís.
M.A. era el presunto culpable. El caso podía darse por cerrado. Ni la policía, ni la autoridad judicial prestaron atención, en un primer momento, a las declaraciones de J.R.P. y F.H.F., amigos del encarcelado. Los dos afirmaron que M.A. estaba con ellos la tarde del crimen en el cine Goya.
Fue Manuel Antón de la Riva, magistrado del juzgado de Instrucción número 19, que se había declarado convencido de la culpabilidad de M.A. y había ordenado su procesamiento e ingreso en prisión, quién imprimió un giro al caso. El magistrado releyó con especial atención las diligencias y concluyó con una solicitud a la policía para que continuara las investigaciones. Al juez le llamó la atención el hecho de que las huellas del procesado no aparecieran en el vehículo del difunto, con el cual huyó el homicida. El asaltante no había empleado guantes y era muy extraño que sus huellas no quedaran sobre el volante, cuando, en cambio, había otras. El verdadero culpable no había tomado la precaución de limpiarlo para borrar sus impresiones dactilares. Debían estar allí. Y parece que estaban.

Una huella dactilar en la cartera robada a Aurelio Muñoz permitió llegar hasta el nuevo sospechoso de la muerte del joyero
El presunto autor del crimen estaba recluido en Carabanchel desde el mes de mayo junto a M.A.
JAVIER VALENZUELA - Madrid - 20/06/1984
Una huella de un dedo pulgar de la mano izquierda ha permitido a la policía dar por esclarecido el homicidio del grabador de joyería Aurelio Muñoz, ocurrido hace tres meses. La huella fue encontrada en el billetero de la víctima que el homicida abandonó vacío en el automóvil con que huyó de la calle de Valderribas, escenario del crimen. Un minucioso trabajo del Gabinete Central de Identificación de la policía, realizado a petición del titular del Juzgado de Instrucción número 19, ha establecido que la huella corresponde a F.A., de 21 años, quien se hallaba recluido en la cárcel de Carabanchel.
F.A. nació en 1962, es soltero y sin profesión conocida. Tiene diversos antecedentes delictivos como autor de atracos a mano armada y está conceptuado por la policía como toxicómano. En alguna ocasión ha amenazado de muerte e incluso atacado a camellos o vendedores de droga que le negaban la mercancía porque no tenía dinero para pagarla. F.A. es vecino del barrio de San Blas y muy conocido por los inspectores de la comisaría de este distrito. El grabador de joyería Aurelio Muñoz murió en la calle de Valderribas, el pasado 17 de marzo a causa de un disparo de revólver. Testigos del homicidio fue ron su esposa, dos hijas de corta edad y una persona que intentó auxiliar a la víctima. La primitiva intención del homicida era atracarle, pero ante su resistencia y el auxilio que recibió, disparó el arma que llevaba. Luego huyó en el automóvil del muerto, que fue hallado en la avenida de Aragón, muy cerca del distrito de San Blas. La policía informó en su día que en el vehículo había encontrado huellas dactilares del difunto, de sus familiares y de un desconocido. Esa impresión dactilar, que fue calificada de "anónima", pertenecía a un dedo pulgar de la mano izquierda y fue hallada en la billetera de Aurelio Muñoz, abandonada vacía en el coche.
Basándose en la declaración de un mendigo que estaba cerca del lugar de los hechos, y en el testimonio de siete personas, que señalaron como autor del homicidio a M.A., éste fue detenido, y ha permanecido 84 días encarcelado en Carabanchel acusado del crimen. Desde un primer momento, la policía señaló que la huella "anónima" no correspondía a M.A., en cuyo poder tampoco se halló ningún objeto relacionado con el atraco de la calle de Valderribas. El joven siempre mantuvo su declaración de inocencia.
Manuel Antón de la Riva, magistrado del juzgado de Instrucción número 19, fue quien ordenó el procesamiento e ingreso en prisión de M.A. Sin embargo, el juez se mostró perplejo ante el hecho de que la huella encontrada en la billetera no correspondiera al procesado, y pidió a la policía una investigación más profunda. El Gabinete Central de Identificación de la Policía realizó este trabajo.

Recluido en Carabanchel
Finalmente, los especialistas en dactiloscopia de la policía descubrieron que la impresión dactilar correspondía a F.A., un muchacho que tenía una amplia ficha policial y había tocado el piano con los dedos humedecidos en tinta en más de una ocasión. El descubrimiento fue notificado a comienzos de junio al magistrado, que ordenó la detención del ,segundo sospechoso.
La policía descubrió que F.A. estaba recluido en la prisión de Carabanchel desde el pasado 4 de mayo, a disposición, precisamente, del juzgado número 19, como presunto autor de un delito de agresión a agente de la autoridad. En 1983, F.A. había permanecido encarcelado en la quinta galería de la prisión de Carabanchel por otra causa, desde el 1 de agosto hasta el 10 de septiembre.
El pasado 9 de junio, inspectores de San Blas trasladaron a F.A. desde Carabanchel a la comisaría de su distrito. Allí, F.A. confesó ser el autor del homicidio y declaró que había arrojado el revólver del crimen a una escombrera de la zona noreste de Madrid. Los esfuerzos policiales por recuperar el arma han sido inútiles. Tras esta confesión, F.A. fue trasladado a los calabozos de los juzgados de la Plaza de Castilla y puesto a disposición del magistrado Antón de la Riva.
El juez ordenó nuevos careos con F.A. de los siete testigos que afirmaron reconocer a M.A.. No se conoce el resultado de estos nuevos careos, aunque se ha podido saber que F.A. tiene cierto parecido físico con M.A., incluyendo esas marcas en la cara que al primer detenido le conferían lo que un elemento activo de la investigación calificó de "rostro de sospechoso".