"Falso Culpable" es un proyecto que comenzó en 2009 y está desarrollado por el Grupo de Investigación en Psicología del Testimonio de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, con el objetivo de analizar las principales causas que llevan a que un inocente sea acusado de crímenes que no cometió.

La mayoría de los falsos culpables se deben más a los errores del Sistema que a la intención deliberada de condenar a inocentes.

Según la asociación norteamericana Innocence Project en torno a un 75% de los errores judiciales se deben a fallos en los procedimientos de identificación. Los errores en el reconocimiento de personas en la vida cotidiana son algo completamente usual, que forma parte del funcionamiento normal de nuestros sistemas cognitivos. Sin embargo, pasan a la categoría de problema grave las falsas identificaciones en entornos judiciales.

Los problemas de memoria (falsos recuerdos) de testigos y víctimas son otro de los principales factores que provocan falsas acusaciones.

Un mejor conocimiento de los errores que posibilitan los falsos culpables podría evitar, o al menos minimizar su incidencia.

Dos hermanos y una condena

ÁLVARO CORCUERA

12/06/2011

EL PAÍS.com
http://www.elpais.com/articulo/portada/hermanos/condena/elpepusoceps/20110612elpepspor_6/Tes

Kenny Waters, condenado a cadena perpetua por un crimen que no cometió, consiguió su libertad tras 18 años en la cárcel gracias a su hermana Betty Anne. Ella se convirtió en abogada para salvarle. Una increíble historia que llega a Hollywood.
Betty Anne Waters y su hermano Kenny

Betty Anne Waters y su hermano Kenny

FOTOGRAFÍA DE THE INNOCENCE PROJECT | FILMAX
Fue un pacto de sangre. "Yo voy a la universidad y tú te mantienes vivo", le respondió Betty Anne Waters a Kenny, su hermano, encerrado en una celda de Massachusetts (Estados Unidos). Condenado a pasar su vida en la cárcel por un asesinato que no había cometido, Kenny estaba desesperado. Su hermana recuerda que él había llegado a un punto en el que se había convertido en un suicida en potencia, debido a la depresión y a la falta de salidas que vislumbraba. Y en estas, Kenny le propuso: "¿Por qué no te conviertes en mi abogada?".
Para Betty, que servía cervezas en un bar y que ni siquiera tenía el bachillerato terminado, la idea era "una locura": "Recuerdo que le dije que, incluso aunque lo lograra, iba a tardar muchos años en conseguirlo. Pero él me respondió que no le importaba, que le daba igual, siempre y cuando mantuviera la determinación y le sacara de prisión. Al final me convenció y realizamos una promesa mutua. Ambos lucharíamos por el mismo objetivo", señala Betty Anne desde su casa en Rhode Island (EE UU).
la historia de ambos hermanos, ahora en versión Hollywood, llegará a los cines españoles el próximo 15 de julio. La película se llamará Betty Anne Waters, aunque en Estados Unidos se titule Conviction (Condena). Según cuenta la protagonista, es una adaptación de la historia real con pequeñas diferencias salidas de la mente de los guionistas. Por ejemplo, en la película es Betty Anne y no Kenny quien tiene la idea de que la mujer se convierta en abogada. Pero el fondo de la historia es fiel a la verdad: Betty Anne Waters es la increíble aventura de dos hermanos -inseparables cuando eran dos niños que cometían todo tipo de travesuras en Ayer (Massachusetts)- por conseguir volver a estar juntos. "Éramos unos pequeños salvajes que corríamos libres", recuerda Betty, que se refiere a su hermano en pasado, pues este murió en un tonto accidente doméstico en el año 2001, tan solo seis meses después de recobrar la libertad tras 18 años encarcelado. Tenía 47 años.
Betty Anne, que en la película es interpretada por la dos veces ganadora del Oscar Hillary Swank, estaba en la treintena y tenía dos hijos cuando su hermano fue condenado a cadena perpetua. En el pequeño pueblo donde vivían, una mujer apareció apuñalada cruelmente en su casa, con más de treinta cuchilladas por el cuerpo. Alguien había entrado, robado el dinero y las joyas de la mujer, y se había ensañado antes de huir.
La policía interrogó a varios sospechosos, recabó pruebas, pero no encontró nada concluyente. Entre las personas que pasaron por comisaría estaba Kenny. En su historial había algún pequeño borrón por culpa de alguna pelea, nada grave, pero suficiente para interrogarle ante un acto brutal e inusual en el pueblo. Además, Kenny vivía con su novia muy cerca del lugar del crimen. Pero enseguida se descartó su culpabilidad. Kenny tenía una coartada perfecta: "La mañana del asesinato, él estaba precisamente en el juzgado por un pequeño problema. De hecho, un oficial de policía le vio allí", explica su hermana. Además, recuerda, "los policías comprobaron que Kenny no tenía arañazos de la víctima, nada de nada, así que le liberaron".
Pero dos años y medio después, con el crimen todavía sin resolverse, la agente de policía Nancy Taylor, "una mujer en un mundo de hombres", dio un vuelco a la investigación. Un hombre, pareja sentimental de la exnovia de Kenny, le dijo que podía darle información a cambio de una suma de dinero. No se sabe si existió dicha transacción, pero, a raíz de ese chivatazo del hombre, Kenny fue detenido y acusado de asesinato. En el juicio, la exnovia, así como la examante de Kenny, testificaron en su contra. Según se supo años después, mintieron, motivadas por el despecho amoroso y las amenazas policiales de que si no hablaban en contra del acusado, ellas mismas podrían verse envueltas en el caso.
Así fue como Kenny Waters fue enviado a prisión, condenado a cadena perpetua. Fue afortunado, recuerda su hermana, si se tiene en cuenta que Massachusetts no tiene pena de muerte, porque si no, probablemente se le hubiera aplicado. "Cuando escuché el veredicto no me lo podía creer. Kenny llevaba en prisión desde octubre de 1982. La sentencia fue en mayo de 1983. Tras siete meses, todos en la familia pensamos que iba a salir, que se iba a demostrar finalmente el error. Incluso habíamos preparado una fiesta para él", recuerda Betty. Pero los globos, las cervezas y los refrescos tuvieron que esperar durante años y años. ¿Por qué la oficial de policía se comportó así? "Creo que ella simplemente quería resolver un caso y no le importó que un inocente terminara en prisión".
Que en Estados Unidos la justicia ha enviado a la cárcel a inocentes, y en algunos casos a la pena de muerte, es un problema que organizaciones como The Innocence Project tratan de resolver. Esta organización de abogados intenta demostrar, a través de pruebas de ADN, que un día hubo una equivocación. Desde que se fundó en 1992, han logrado probar que 271 personas estaban en prisión erróneamente. Es una cifra importante, pero modesta. Porque según sus estimaciones, hasta 20.000 reclusos, un 1% de la población penitenciaria de EE UU, podrían ser exonerados -término utilizado para describir a los inocentes liberados de la cárcel- si se pudieran estudiar todos los casos dudosos. Ellos no dan abasto a atender a los cientos de peticiones que les llegan. Tienen una lista de espera de más de un año solo para comenzar a estudiarlas. Y no siempre se puede demostrar vía ADN, el método en el que confía The Innocence Project. Hay ocasiones en que las pruebas están destruidas o desaparecidas, o bien son incompletas.
Betty Anne Waters estudió derecho en la Universidad Roger Williams, en el Estado de Nueva Inglaterra. Logró graduarse al tiempo que criaba a sus dos hijos prácticamente en solitario, ya que ella y su marido se habían divorciado. Fue mientras estudiaba que supo de la organización The Innocence Project y su método de ADN. Pero el verdadero milagro fue encontrar las pruebas, guardadas en una caja perdida en el fondo de un almacén del juzgado. Solo su perseverancia hizo que los funcionarios encontraran ese salvavidas para Kenny. Dentro de la caja reposaban todas las pruebas, incluida la sangre del asesino, de tipo O, como la de Kenny, y que había servido también para condenarle. Pero en esta ocasión, con la tecnología disponible a principios del siglo XXI y la ayuda de The Innocence Project, se pudo comprobar que el ADN de la sangre de la prueba no correspondía con la sangre de Kenny. Y así, 18 años después, fue liberado.
"Siempre creí que a la cárcel solo van los culpables. Pero no es así en EE UU. Nada demostraba en 1983 que Kenny fuera un asesino. Solo podía ser condenado si se creía a unas mujeres que obviamente mentían. Cuando fue sentenciado a perpetua, dejé de creer en la justicia, en el sistema de justicia", expresa hoy Betty Anne. Esta mujer no ha vuelto a ejercer de abogada. Sigue trabajando en el mismo bar de siempre, sirviendo cervezas. "Ahora vuelvo a confiar en la justicia, porque conocí a The Innocence Project. Ellos ayudan a gente como mi hermano. Hay buena gente en el mundo, como ellos. A mí me costó 18 años encontrar justicia, pero la encontré", matiza.
Sin embargo, Betty Anne también reconoce los fallos garrafales del sistema judicial norteamericano: "Tiene heridas sangrantes que provocan lo contrario que predican: injusticias. No es solo la mala fe policial o los testigos interesados los que contribuyen a engordar la estadística de errores, sino también otros factores, como, por ejemplo, la falta de recursos económicos de algunos condenados". En el caso de Kenny, él nunca se planteó contratar a un buen abogado, porque entonces hubiera hipotecado sus bienes. Confió en el letrado de oficio, seguro de que su inocencia se demostraría.
"Cuando le condenaron, nos pusimos en manos de varios abogados. A algunos no les pudimos pagar hasta mucho más tarde porque no teníamos dinero. Tampoco hicieron todo el trabajo que podían haber hecho. En realidad, nos dimos cuenta de que nadie iba a poner el 101% en el caso, a no ser que su abogado realmente amara a Kenny. Por eso me convertí en abogada. Mi hermano tenía mucha fe en mí. No podía decepcionarle. Tenía que hacerlo. Sabía que podía. Los seis meses que vivió en libertad fueron los más maravillosos de su vida. Estuvo en el show de Oprah Winfrey, habló en las radios, salió en los periódicos. La gente le trató muy bien".